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miércoles, 14 de julio de 2010

El mantenimiento de las herramientas de carpintería

Para que este tipo de herramientas se mantenga con su máximo poder de corte, tendrán que ser afilados después de cada sesión de uso, o sea antes de ser guardadas en la caja de herramientas. Lógicamente este afilado no ha de ser un afilado abrasivo, si no que ha de tratarse de un afilado con piedra especial y aceites lubricantes que faciliten el deslizamiento. Como es natural el afilado de este tipo de herramientas requiere una dedicación exhaustiva. Los profesionales lo han hecho tantas veces que con el pulso gradúan el ángulo de inclinación. Para los amantes del bricolaje, poco avezados en este arte, hay disponibles soportes que dan el ángulo correcto y que además ayudan a ejercer la presión adecuada, en el proceso de afilado. El ángulo correcto para el afilado de escoplos, formones y cepillos es de 30°, teniendo en cuenta que sus extremos tendrán un afilado en un ángulo de 25°. Con un poco de práctica se podrá ahorrar los soportes para afilado, solo hay que guardar la regla de mantener el pulso firme y deslizar sobre piedra, ejerciendo siempre la misma presión a lo largo de todo el recorrido.

Cuando afilemos una cuchilla estrecha, tendremos que deslizarla a lo largo de toda la piedra, pues si friccionamos sobre un mismo punto continuamente, crearemos un desgaste excesivo en ese punto y hará inservible esta piedra si queremos afilar cuchillas más anchas, al quedar una superficie irregular en la misma. No hay que olvidarse de emplear en todo proceso de afilado, aceite lubricante y mantener la cuchilla siempre humedecida. Cuando terminemos con el proceso de

Ésta será eliminada invirtiendo la cuchilla y deslizándola plana y ligeramente sobre la piedra. Nunca en forma vertical, porque destruirá el afilado. Este desplazamiento tendrá que ser horizontal con el mínimo ángulo posible. Como en casos anteriores, el proceso de afilado también lo podremos hacer con la ayuda de amoladoras eléctricas y con los soportes acoplables a dichas amoladoras. Como en el mercado, y sobre todo para nuestro uso, vamos a emplear di versos tamaños de cuchillas del gran número que existe, sería contraproducente, un soporte para cada una.

Quizá la herramienta más apropiada para un taller de aficionado al bricolaje, sea la amoladora. Ésta nos permite un sin fin de trabajos, pues consta de un motor con diferentes revoluciones, al cual en su eje van sujetos dos ruedas abrasivas. Una de desgaste fino y otra de desgaste grueso o basto. No sólo nos permitirá afilar las herramientas mencionadas, sino que además, podemos reparar destornilladores mellados, martillos deformes, e incluso afilar cuchillos y tijeras.

Con un mínimo de práctica podrá sacársele un altísimo rendimiento a esta herramienta. Como medida de seguridad, tener presente que hay de protegerse con gafas o antiparras para evitar que las esquirlas que desprendan, pudieran hacer daño. No es suficiente con las viseras protectoras que cuentan las amoladoras.

Puede ocurrir que debido a las excesivas revoluciones a que giran dichas piedras, se produzca un recalentamiento en la punta que se está afilando. Si a continuación se la enfría con agua, se perderá el temple, y por lo tanto, su poder de corte. Aconsejamos evitar dentro de lo posible, que se produzca esta situación, actuando con presiones cortas y espaciadas, dando tiempo suficiente a enfriarse antes de la siguiente pasada.