Hoy día las hay de muchos tipos y precios, y tienen muchas ventajas. Para instalarlas sólo es necesario establecer un agujero en la fachada o el techo para la salida de los humos; la estufa se coloca con facilidad, y muchas empresas te las colocan ellos mismos. El tubo puede ir por la fachada o por el interior de la vivienda. Las estufas pueden ser cerradas, las típicas cilíndricas de tipo antiguo; sus desventajas son que no permiten ver el fuego y además, no aportan tanto calor como las abiertas.
Las estufas abiertas disponen de una puerta de cristal para poder visualizar las llamas. Las hay con muchos diseños: rectangulares y cuadradas, para esquina (de sección triangular), colgantes (de tipo muy vanguardista como la que podemos ver en la foto, que incluso es giratoria), con revestimientos de cerámica… Estas estufas pueden llegar a calentar estancias grandes, y como el calor sube, si tienen suficiente potencia incluso pueden servir para calefactar plantas superiores (en climas no muy fríos y casas bien aisladas). En cuanto a materiales, los modelos pueden ser de chapa de acero o de hierro fundido. Las primeras son más económicas, pero las segundas son mucho mejores.
